Skip to main content
Author

El rostro pudibundo y hechicero
reclinada en mis brazos escondía,
y en los suyos amantes me oprimía
trémula murmurando: — 'No te quiero...!'.
Ya un instante después: — 'Sí, mi lucero,
mi azucena del monte... mi alegría...'.
¡Te amaré más que nunca, Ñola mía!
¡Ven, mi gloria! no temas...—'¡Embustero!'.
¡Qué inocencia infantil en sus enojos!
¡Cuan esquivos y dulces esos labios
abrasadores, húmedos y rojos
que ósculos brindan al decir agravios!
¡Ay! ¡cuánto tiempo ya, cuánto, Dios mío,
que duerme sola en su sepulcro frío!

Rate this poem
No votes yet
Reviews
No reviews yet.